Muchas veces se cree que quien lidera una organización, lo hace para representarla externamente, es decir, es la cara visible frente a sus stakeholders, socios o competidores.
Pero la realidad es que un líder es fundamental para una organización especialmente por el rol interno que representa.
Un líder o una líder es un guía no solo por lo que hace sino especialmente por lo que dice y sus comportamientos. El tono, la forma y la estructura de los mensajes que emite termina por replicarse en los colaboradores que integran la organización y esto puede ser positivo o negativo de acuerdo, precisamente, con el enfoque que se les dé a dichos mensajes.
El liderazgo es considerado un factor clave para el éxito de cualquier organización y la forma como se gestiona es fundamental para el clima laboral. Es por esto por lo que las metodologías de medición de clima organizacional suelen tener en cuenta la percepción que tienen los colaboradores respecto a sus líderes.
De hecho, las actitudes y emociones de los colaboradores son indicadores de mucha importancia y un buen clima organizacional está basado en elementos como la confianza, el respeto, la comunicación y la motivación, atributos que bien manejados se vuelven a favor de aspectos como el compromiso, la creatividad, la productividad y la satisfacción de los trabajadores.
Pero no todos los estilos de liderazgo generan un buen clima laboral. Así como hay personalidades, y tipos de profesionales, algunos líderes tienen características autoritarias o impositivas, dejan de lado las opiniones y las necesidades de los demás y este tipo de liderazgo puede provocar un clima laboral negativo, marcado por atributos contrarios a los mencionados anteriormente: miedo, desconfianza, conflicto y frustración, que pueden traducirse en afectaciones negativas en aspectos como el rendimiento, bienestar y retención del talento.
Así que cuando los líderes son empáticos, participativos, e incentivan la colaboración, el diálogo y el empoderamiento de los empleados, tienden a propiciar un clima organizacional positivo y la base del desarrollo, calidad y competitividad de la organización.
Por lo tanto, la responsabilidad de los líderes de una organización va más allá del relacionamiento externo. Crear, innovar, incentivar las conversaciones y la comunicación de cara a incentivar un buen clima organizacional es la gran tarea, -de mucha responsabilidad-, y para esto, es clave un estilo de liderazgo afín con las características y a las expectativas de sus equipos, que promueva una cultura de colaboración y que reconozca el valor y el aporte individual.
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